Por: Camilo Reyes.
Si
bien es claro para todo ciudadano crítico y analítico de su realidad que la
política es dinámica, también termina siendo una ruleta en la que el líder que
busca el poder gira alrededor de ciertos elementos con los cuales busca
adquirirlo: Votos, discursos, propuestas y campañas políticas. Sin embargo y
ello es un común denominador en todo lo que se vincule a la política, tiene un
factor preocupante que ha generado en la sociedad un sabor agridulce sobre la
forma de gobernabilidad y defensa del interés general del país. ¡La corrupción!
Históricamente
y por poner un ejemplo, Colombia ha presentado una serie de antecedentes en los
cuales la corrupción y el favorecimiento político y económico hacia algunos
conglomerados empresariales, han puesto
la estabilidad gubernamental del país en un alto grado de preocupación en vista
de que ha sido el Estado quien no ha tomado una atención pertinente y precisa
sobre lo que tiene que ser la lucha contra la corrupción que tiene que darse
para salvaguardar la calidad de vida de los colombianos. Y es por ello que la coyuntura
actual pone en tela de juicio la transparencia y estabilidad del gobierno
actual frente al escándalo que ha marcado la agenda política y de opinión en el
país: El escándalo de la financiación de campañas políticas por parte de la
multinacional Odebrecht.
Para
entender todo este escándalo que se ha presentado en torno a esta infiltración
de dineros, es importante analizar qué es y porqué la influencia de Odebrecht
en la clase política colombiana. Cuando se habla de Odebrecht, se hace
referencia a una multinacional brasileña creada hace 40 años aproximadamente
cuyos servicios que ofrece a varios países giran en torno a asesoría, construcción
y desarrollo de ingeniería e infraestructura vial, es decir, es una firma
constructora. Durante los últimos tiempos se ha convertido en una de las
empresas de construcción más importantes en América Latina en vista de la
expansión y el poder económico que tanto la compañía como sus directivas han
adquirido con los centenares de contratos que han tenido con naciones como Colombia
para la construcción de vías y carreteras para la movilidad del país (apuesta
principal del actual gobierno).
Sin
embargo, en los últimos días se ha destapado una serie de irregularidades en
las cuales la constructora Odebrecht ha sido la principal implicada en la medida
de que todo su capital económico ha terminado en favorecer varias campañas y
propuestas políticas en el continente, a tal punto que ello impregnó en las
campañas presidenciales en Colombia de los entonces candidatos Juan Manuel
Santos y Oscar Iván Zuluaga, en el 2014.
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‘’En mi campaña no hubo dineros de esa
compañía’’, ‘’No tengo nada que ver con la firma Obebrecht!’’, ‘’Le pido a las
autoridades que investiguen al entonces candidato’’.
Son
algunas de las frases que en las últimas semanas se han escuchado luego de que
la fiscalía general de la nación revelara por medio de sus investigaciones, la
infiltración de recursos de esta empresa en la campaña política del 2014. Este tipo
de escándalos no son extraños en la política nacional teniendo en cuenta que en
el pasado se presentó un escándalo similar con el caso del entonces presidente
Ernesto Samper y el denominado ‘’proceso 8000’’, donde hay varias versiones que
afirman claramente que para la campaña de Samper en el año 96, hubo una infiltración
de dineros en su campaña presidencial provenientes del cartel de Cali, y que al
día siguiente de su triunfo como nuevo presidente, la infiltración de esos
dineros salió a la luz, a tal punto que la misma ciudadanía trató de ingresar al
palacio presidencial, un elefante decorado con 8000 figuras redondas como
alusión a los 8000 millones que entró a la campaña de Samper.
Ahora
bien, esta situación que se está presentando en el país y que cada vez más
despierta la indignación de los colombianos por su clase dirigente, sigue dando
a entender como la política nacional se ha convertido en zoológico donde el
lagarto, la rata, los micos, orangutanes y hasta elefantes de cuello blanco se
han convertido en calificativos para expresar la labor gubernamental de los
lideres financiados por multinacionales. Como en un zoológico, acá se grita, se
pelea y hasta se disputa violentamente por lograr el liderazgo de la manada al
precio que sea, y ello no es obstáculo para buscar los medios necesarios para
lograrlo.
Esta
situación sigue siendo uno de los tantos llamados que se hace desde la ciudadanía,
para las autoridades hagan justicia y no permitan que la corrupción siga
degradando la política nacional y ello mejore la calidad de vida de los
colombianos. En el caso del presidente, si se prueba que fue financiado por una
firma corrupta internacional, que asuma las consecuencias políticas de ello,
incluyendo su pérdida de inmunidad presidencial en Colombia.
Es interesante y al mismo tiempo preocupante ver como este tipo de personajes han tomado posición sin importar el pueblo, al final el país mismo, que gran aporte sigue trabajando así.
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