Por: Camilo Reyes.
‘’Está desapareciendo la guerra, está cesando la confrontación armada que desde los 50 aproximadamente se ha generado en el país. Ahora se visualiza un país que busca la libertad de aquellas cadenas que la misma violencia la ha atado’’.
A partir del 4 de septiembre del 2012, Colombia abrió la esperanza de visualizar de nuevo caminos de diálogo a fin de que después de 52 años de conflicto armado y desplazamiento violento, las FARC dejaran a un lado su lucha armada y se unieran al clamor que el país ha estado pidiendo de construir una paz estable y duradera, y con ello darle un nuevo panorama a aquellas generaciones futuras de que los caminos del diálogo y la reconciliación son fundamentos para fomentar una mejor cultura nacional.
Hay que tener en cuenta que no ha sido un proceso fácil el que se ha venido llevando en La Habana en vista de que sus principales detractores políticos consideran que esto no solo es entregarle el país a la guerrilla, sino también abrirle paso a la impunidad, que de alguna u otra forma sería la misma impunidad que Álvaro Uribe le otorgó a los Paramilitares con justicia y paz pero que no quiere reconocer ante la oposición de derecha que de alguna u otra forma le ha hecho al presidente Santos. Sin embargo, ha sido más el apoyo que los colombianos le han dado al proceso de paz que según las últimas encuestas realizadas, el 75% de los colombianos votarían por el SÍ al plebiscito que refrendaría los acuerdos firmados en Cuba y le daría vía libre a las partes para firmar definitivamente el acuerdo final de paz.
A pesar de esa fuerte oposición de algunos sectores del país, los colombianos lograron observar recientemente un acontecimiento sumamente importante y valioso con el cual el proceso de paz sumó una fuerte credibilidad y transparencia ante la opinión pública, esto refiere al recién firmado acuerdo sobre el cese al fuego y dejación de armas verificable por organismos internacionales como la ONU en el cual la guerrilla deja cualquier acción terrorista que pueda afectar a la población civil, y a su vez que las fuerzas militares colombianas cesan cualquier acción de tipo militar o plan de captura que pueda afectar lo firmado por el presidente Santos y Timochenko en ese acto público que los colombianos lograron observar por medios televisivos.
Esta decisión claramente ha caído como un baldado de agua fría para los enemigos de la paz que bajo cualquier razón prefieren la confrontación, que la reconciliación. Palabras como – ‘’La paz está herida’’, - ‘’Esto es un golpe a la democracia’’ – entre otras tristes y hasta enemigas palabras contra el sueño de millones de colombianos, son las que se escucharon después de este trascendental e importante anuncio que se dio a conocer en los círculos de opinión en el país y que a esta alturas del proceso, siguen generando división como si fuese una campaña política en donde la paz no se vea como un clamor nacional, sino como una propuesta para constituir poder político.
Ya es un hecho que el plebiscito será la forma con la que los colombianos tomarán la decisión final sobre los acuerdos de paz y en sus manos está el futuro de que las próximas generaciones encuentren un país que ha dejado la guerra guardada en los libros de historia patria y que ahora escribirán una llena de colores claros y significativos como las manillas que utilizamos en las manos para decir que aquí hay una nueva Colombia que no dejará más sangre derramada ni en sus tierras, ni en la memoria de los colombianos y colombianas que por fin verán mañanas y noches tranquilas sin el tensionante ruido de las armas disparando contra la humanidad del otro.
Dice el himno nacional… ‘’Cesó la horrible noche, la libertad sublime, derramarás auroras, de su invencible luz’’. Está desapareciendo la guerra, está cesando la confrontación armada que desde los 50 aproximadamente se ha generado en el país. Ahora se visualiza un país que busca la libertad de aquellas cadenas que la misma violencia ha atado, y que en las manos de quienes han padecido la misma, está no solo el futuro, sino la expresión definitiva de lo que como ciudadanos se quiere realizar para el desarrollo de una Colombia diferente y constructiva.
A quienes lean esta columna que no puede ser la más perfecta por su redacción, pero que está llena de emoción desde el corazón y la razón por este cercano sueño de paz les digo. La paz no es de partidos ni colores ideológicos y políticos, la paz no es de gobiernos y organizaciones gubernamentales, la paz no es de confrontación alguna, la paz es un sueño, un sueño que ahora se hace realidad y al que muchos colombianos le estamos apostando, para así tener en cuenta lo que decía el jefe del M-19, Carlos Pizarro desde su Puño y Letra al momento de buscar la paz en Colombia: ‘’Superar la crisis de las armas es apostarle a la paz, sin timideces, con confianza en una nación madura para dirimir sin violencias sus conflictos, madurada al interior de la lucha, del dolor y las dificultades’’ (pág. 297). La paz está cerca, y entre todos le daremos a ese sueño un SÍ para que se haga realidad.
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