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Entre Bolardos y Retrocesos.

Por: Camilo Reyes.

Han pasado varias décadas desde que la Alcaldía de Bogotá proyectó una serie de construcciones e intenciones urbanas con el fin de mejorar y modernizar la movilidad de la capital de la república, para así llevar a Bogotá a la vanguardia de las grandes ciudades como París, Nueva York y Londres y proyectarla como un lugar turístico y de negocios para los visitantes extranjeros que ven en la ciudad un eje de transformación y futuro.

Con el interés de que Bogotá sea una ciudad totalmente modernizada en cuanto a movilidad urbana, ha surgido la necesidad de iniciar una serie de estudios de factibilidad de suelo para construir una línea de metro con la que los ciudadanos puedan acceder a un transporte rápido, ágil, económico y acorde a las necesidades de quienes trabajan a grandes distancias. Durante cada administración que ha pasado en las últimas décadas por el Palacio Liévano, se han contratado centenares de estudios con los que se ha dado vía libre a que Bogotá construya su metro de forma subterránea de tal manera que no haya necesidad de despedazar vías y avenidas y que toda la construcción se haga de forma profunda y bajo suelo.

Ahora bien, valdría la pena mirar con detalle el desarrollo del soñado ‘’Metro de Bogotá’’ desde la contratación que se ha dado frente a este importante proyecto ambicioso por los gobiernos de la ciudad para ponderarla como una de las más avanzadas del país, en vista de los altos escándalos que se han dado durante la administración pasada frente al alto desfile de contratos que la alcaldía de Samuel Moreno le entregaba a sus grandes socios correspondientes a la familia Nule.

Desde aquel periodo en que Enrique Peñalosa llega a la Alcaldía hacia el año 1998, logra este triunfo electoral con la promesa de avanzar y construir las primeras líneas del metro, lo cual generó en sus electores la ilusión de ver de una vez por todas una Bogotá modernizada y sobre la misma balanza de las demás grandes ciudades del mundo. Pero ha pasado todo lo contrario, durante aquel mandato la ciudad se vio invadida por un sistema de transporte multimodal que al estar caracterizado por dos buses literalmente ‘pegados’’ y por la invasión de plataformas en medio de las avenidas para el descargue de pasajeros, generaron en la ciudad una considerable reducción de carriles vehiculares, y una fuerte sobrepoblación de pasajeros tanto en portales como en estaciones intermedias del llamado sistema ‘’Transmilenio’’. Pero no fue el único antecedente que dejó el Alcalde Peñalosa, hay que recordar cómo los andenes y algunas ciclo vías de la ciudad se vieron invadidas por una serie de postes pequeños a los que se les ha denominado ‘’Bolardos’’ y han sido los causantes de varios accidentes en los carriles exclusivos para para las bicicletas.

Sin mencionar los antecedentes que dejó Samuel Moreno en su gobierno, el momento actual por el que está pasando Bogotá permite llevar nuevamente a debate el trabajo que ha estado haciendo tanto la administración distrital como el gobierno nacional en vista de que el presidente Santos le entregó de manera significativa al saliente alcalde Gustavo Petro un cheque con el que se hace la promesa de que las partes están listas para iniciar la construcción de la primera línea del metro y darle nuevamente una ilusión a Bogotá de ver un transporte moderno y cómodo. Pero todo iba bien hasta que en las elecciones pasadas el vicepresidente y arduo enemigo de la izquierda política Germán Vargas Lleras, logró poner a su candidato predilecto en la Alcaldía de Bogotá y con esto mover sus fichas para que el electo Alcalde Peñalosa mueva sus fichas en la ciudad a favor de la carrera presidencial del vicepresidente Lleras. Ficha que movió la intención de cambiar el metro subterráneo que Petro defendía, por un sistema elevado y con posibilidad de destruir las vías de la ciudad y colapsar por la gran demanda de bogotanos que necesitan de este servicio.

Bogotá no puede seguir siendo gobernada por comportamientos ‘’bolardos’’ y pensando que con ilusiones a los bogotanos se está haciendo algo por la ciudad. Se necesita gente que por cuestiones ideológicas o políticas no destruya el legado de gobiernos pasados que le pueden ser útiles a la ciudad, y que además crean en un modelo en el que la sociedad se construya con el cerebro y no con el cemento. ¡No más retrocesos en Bogotá!, ¡No más espacios convertidos en aldeas para bolardos! Y sobre todo un ¡Sí! al metro de Bogotá, pero un metro que ya tenga estudios listos para construirse y no el que el gobierno frenó para realizar el que quiere el Alcalde Peñalosa con el cual hay que contratar nuevos estudios y por el capricho de ciertos políticos seguiremos condenados a seguir entre bolardos y retrocesos de los proyectos urbanos que desde hace tiempo deberían de haberse desarrollado en la capital colombiana.

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